Agincourt, por Anne Curry

Algunos historiadores no dudaron en calificarla como la última batalla del Medioevo y la primera de la Edad Moderna. Curry, una especialista en el tema, realizó un exhaustivo estudio de fuentes primarias inglesas y francesas. Tanto, que el lector accede, por ejemplo, a las listas de voluntarios del ejército del rey Enrique, su adscripción a la familia señorial a la que muchos servían, y la paga recibida al alistarse; y, en algunos casos, qué recompensas obtuvieron por el rescate del noble francés que tomaron prisionero.

El mismo celo por el detalle se repite al explicar los aciertos o errores tácticos en ambos campos, las disputas internas en el bando francés y la suerte de varios de sus nobles, muchos muertos y otros capturados y llevados a Inglaterra.

La autora derriba algunos mitos sobre la batalla, quizás el más importante sea el de la manera de luchar de los arqueros ingleses. Enrique V posicionó con gran acierto una parte de ellos en ambos flancos del "embudo" natural que fue el campo de lucha (el gran error estratégico de los comandantes franceses), protegidos por bosques. En el centro, que él mismo comandó (y en el que casi muere por un hachazo enemigo de no ser por la corona que llevaba puesta) el tercio restante, detrás de un muro de las clásicas estacas de madera enterradas en el suelo, comunes en las batallas de la época. A diferencia de lo que suele mostrarse en el cine, no existió "lluvia" de flechas, sino un constante flujo de voleas rectas sobre caballos y jinetes enemigos que cargaron de frente contra el centro inglés (el gran error táctico, en este caso).

Es un libro no fácil de leer para quienes no conocen los avatares de la investigación histórica. No hay lugar al relato novelado en ella, todo lo contrario. Tanto el análisis del sitio a la ciudad de Harfleur, donde los ingleses perdieron al menos un tercio de los hombres que desembarcaron en Francia; como la sinuosa marcha del ejército del rey hacia Calais, en la que la disentería lo diezmó aún más; y el intento francés de cortar esa retirada en el campo de Agincourt, revelan el excepcional trabajo de Curry. La historiadora no evade, tampoco, el hecho más infame del día: la ejecución de los prisioneros ordenada por el rey inglés por temor a otra carga del enemigo (sólo se salvaron los nobles de todo rango, para poder cobrar rescate por ellos, otra práctica habitual).

La autora ha hecho una investigación exhaustiva sobre los acontecimientos históricos que llevaron a la batalla. La descripción detallada de las estrategia de combate y tácticas utilizadas por ambos bandos es fascinante y capta la atención del lector desde el primer momento.

Curry también profundiza en la vida y personalidad de de los personajes claves, incluyendo al rey Enrique V y al príncipe Carlos de Orleans, lo que añade un elemento humano ala historia. Además, se presta atención a los factores políticos y sociales que influenciarion el desarrollo de la batalla, sobre todo la relación entre Inglaterra y Francia en ese momento.


Obra recomendable para los interesados en temas de la Europa medieval, la Guerra de los Cien Años, historia militar, o, en particular, Agincourt.